La lucha sostenida e inclaudicable de las mujeres por el reconocimiento de sus derechos, si bien en nuestro país ha registrado avances positivos, no es menos cierto que el sistema patriarcal y las prácticas machistas en nuestra sociedad en general, y en los partidos políticos en particular, permanecen intactos y configuran una gravosa barrera que obstaculiza el acceso a cargos de representación política, en condiciones de igualdad con los varones.
La igualdad formal establecida en la Constitución Nacional y Provincial no ha sido suficiente para garantizar a las mujeres la posibilidad de ser postuladas a determinados cargos. Ya que si bien con la sanción de la Ley 5539 de Paridad de Género se abrió el horizonte de la representación parlamentaria paritaria, pareciera ser que cada avance normativo se transforma en techo que les impide avanzar en otros espacios de representación política.
Dicho de otro modo, cada ámbito que consiguen abrir las mujeres en su derecho a acceder a niveles de decisión, se les impone la necesidad de comenzar una nueva lucha, porque en este mundo patriarcal, hecho por hombres y para los hombres, cada espacio a alcanzar nos exige emprender nuevas batallas, siempre duras y manifiestamente desiguales, plagadas de obstáculos y sometiéndonos, en la mayoría de los casos, a asumir y pagar costos que el machismo político nunca nos perdona y nos factura irremediablemente.