La economía de la provincia está intrínsecamente entrelazada con la agricultura familiar. Estas unidades productivas, a menudo de pequeña escala, generan una parte significativa del empleo rural y contribuyen a la economía local al complementar los ingresos familiares. Asimismo, producen alimentos frescos y de calidad que se consumen a nivel local. El Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena, delegación Catamarca, registró más de 6.300 (seis mil trescientos) núcleos de agricultores familiares en el ámbito provincial. Según nuestras estimaciones basadas en trabajo de campo, el número total de explotaciones supera las 10.000 (diez mil) unidades. Esta cifra por sí sola demuestra la realidad, y la necesidad de fomentar el empoderamiento de los agricultores, a través del acompañamiento de un estado provincial presente, el mismo debe materializarse garantizando tierras y agua de calidad. Además, se hace necesario facilitar el acceso a nuevas técnicas de cultivo, la apertura de nuevos mercados y la protección contra las estrategias de los grandes grupos económicos, que limitan el desarrollo del sector.
La agricultura familiar, en armonía con la naturaleza, posee el potencial de convertirse en un motor de crecimiento económico y desarrollo sostenible, proporcionando estabilidad y prosperidad a la provincia. La agricultura familiar no es solo una actividad económica, sino también una fuerza que nutre la identidad y cohesión de nuestras comunidades. En nuestra provincia, donde la cultura y la tradición están arraigadas en la tierra, esta actividad se erige como un legado cultural que trasciende generaciones. Cada cultivo, cada técnica transmitida de padres a hijos, lleva consigo una historia de arraigo y amor por la tierra. Tenemos la responsabilidad de revitalizar esta herencia, involucrando a las nuevas generaciones y fomentando un sentido de pertenencia que fortalecerá los lazos sociales y familiares.